M. Fernández: “No existe ningún estudio
que demuestre que la jornada continua mejora el rendimiento escolar”
Mariano
Fernández Enguita es catedrático de sociología en la Universidad Complutense de
Madrid y experto en educación. Gran parte de su carrera como investigador la ha centrado en este ámbito,
concretamente, en las desigualdades escolares, la organización de los centros,
la participación social, la profesión docente i la política educativa. En este
sentido, también se ha dedicado al estudio de la jornada continua i la gestión
de los tiempos escolares.
¿Cómo debemos entender el factor
tiempo cuando hablamos de las rutinas de los niños y niñas?
El tiempo es el requisito básico del
aprendizaje, cuanto más tiempo, más aprendizaje y para entender la importancia
que tiene dentro de las rutinas escolares debemos saber que el tiempo tiene un
rendimiento primero creciente y después decreciente. Es decir, primero aumenta
por la concentración y luego disminuye por la fatiga o el aburrimiento. Por
eso, para establecer las jornadas de trabajo, tanto de menores cómo de personas
adultas, se debe procurar proporcionar un tiempo relajado y pautado, no
concentrado e intensificado.
En este sentido, ¿Considera adecuado
concentrar las horas de estudio como plantea la jornada continua? Por qué?
En general, y si el resto de cosas
permanecen igual, no lo considero adecuado. Lógicamente, puede haber otros
beneficios, como por ejemplo, el tiempo disponible para otras actividades o la
vida familiar, entre otros, que compensan o superan este perjuicio en algunos
contextos. Sin embargo, se tendría que demostrar que estos beneficios son
efectivos para un tipo de alumnado, familia, comunidad y centro concretos, no
solamente invocarlos. En cambio el perjuicio que supone concentrar el tiempo de
estudio no puede ser ignorado.
¿Qué aspectos se deberían tener en
cuenta a la hora de modificar los tiempos escolares para que las niñas y los
niños se puedan adaptar sin problemas?
Los niños y las niñas no se tienen que adaptar al tiempo escolar, es el tiempo
escolar el que se debe adaptar a ellos, a sus fortalezas y debilidades
naturales, a los cambios relacionados con la edad, a las peculiaridades
individuales y a las circunstancias familiares y sociales.
¿Cuáles son las horas en las que el
alumnado está más predispuesto a mantener una mayor atención?
A media mañana y a media tarde, igual que las persones
adultas, siempre y cuando mantengan una alimentación adecuada, es decir, que se
eviten tanto las digestiones pesadas, para comer en exceso, como las bajadas de
azúcar por comer poco o con falta de regularidad. Estos momentos de
concentración está demostrado que funcionan si no los arruinamos con una
continuidad excesiva, es decir, teniendo en cuenta los tiempos de descanso.
¿En qué franja horaria existe mayor
percepción de la fatiga y autopercepción del sueño? ¿Por qué?
En general, la primera hora de la mañana es la peor, y todavía lo es más para
los y las adolescentes (el alumnado de la ESO, en particular) que para los
niños y niñas de Primaria. La primera hora de la tarde también es poco
productiva, si la comparamos con media mañana o media tarde, pero el peor
momento de todos para el estudio es la última hora de la mañana.
Así en relación con la implantación de la jornada continua, es un disparate,
evidente, que se quiera sustituir una hora, parcialmente mala (la primera de la
tarde) por una, definitivamente pésima (la última de la mañana). Son ritmos
circadianos, hasta donde sabemos, de carácter universal, aunque, obviamente, el
mediodía de aquí no es el de China, ni ahora, ni en horario de verano.
¿Existen investigaciones que demuestran
los beneficios de la reducción de los tiempos escolares?
No, absolutamente ninguno, y lo digo con todo el énfasis. Hace 15 años que sigo
con cierto interés este asunto de la jornada. Digo con cierto interés porque
desde que escribí un primer informe sobre el tema, sigo escuchando la misma
cantinela de la mejora el rendimiento académico.
Y hasta hoy nunca he encontrado, ni me ha mostrado nadie, ningún informe que lo
corrobore. Así que he llegado a la conclusión que se trata de puro wishful thinking
(las ganas de aquel que lo dice). Y lo mismo ocurre con el resto de beneficios:
conciliación de la vida laboral y familiar, extraescolares, formación,
coordinación... Tampoco están demostrados, son todo pura cháchara interesada y
un punto deshonesta.
Así, se ha hecho algún tipo de investigación
en este campo? Qué resultados recogen?
El resumen general es que no hay ningún informe que demuestro que la
jornada escolar aumenta el rendimiento académico, es más, algunos datos indican
que lo reduce. No sabemos qué efectos tiene en referencia a la conciliación de
la vida familiar y laboral, aunque deducimos que mejorará un poco la de algunas
familias y empeorará bastante la otros.
Asimismo, lo que sí que está demostrado es que afecta negativamente el sueño de
todo el alumnado y el ocio de aquellos que tienen menos recursos, no tiene
efectos sensibles sobre la formación ni sobre la coordinación del profesorado.
Aquellas personas que quieran profundizar y documentarse sobre el tema pueden
encontrar una lista bibliográfica de referencias que hablan sobre el tema en mi
web: http://www.enguita.info/jornada-escolar-1.
¿Sobre qué otros tópicos relacionados
con la jornada continúa se debería reflexionar?
Sería interesante investigar sus efectos sobre la equidad educativa y sobre
la escuela pública. Comprimir la jornada supone también forzar en mayor medida
un ritmo único a todos, en perjuicio de los más vulnerables. Dejar por decreto
la tarde libre significa dejar el ocio de los niños y niñas a la suerte de los
recursos económicos y culturales de cada familia, por eso, la jornada continua
puede generar mayor desigualdad.
Por otra parte, esta opción empuja a algunas familias a matricular sus hijos e
hijas en la escuela privada o concertada, y obliga a las que siguen en la
escuela pública a recurrir cada vez más a la oferta privada de actividades
extraescolares, de refuerzo. O sea, que mina subrepticia pero eficazmente la
escuela pública.
¿Cree que en la actualidad respetamos
los tiempos de los menores? ¿O los cargamos con demasiados deberes y repasos?
Lo que creo es que no se respetan
las capacidades y necesidades diversas del alumnado. La escuela podría hoy en día,
con más personal, (incluso teniendo en cuenta los recortes) y con un uso
inteligente de la tecnología digital, atender esta diversidad, entre otros
medios, a través de una organización y gestión flexible del tiempo.
Es innecesario, por ejemplo, que todo el alumnado esté en el centro las mismas
cinco horas del aula (en intensiva o en partida), cuando podrían concentrarse
las actividades colectivas a media mañana y flexibilizar entradas y salidas y
permanencia en el centro alrededor de estas horas. Así responderíamos mejor a
las necesidades del alumnado, puesto que algunos tienen las familias en casa,
otras en el trabajo, unos necesitan refuerzo académico y otros tendrían espacio
para poder desarrollar otras actividades.
¿Qué podemos hacer para favorecer los
tiempos que necesitan los niños y niñas para un correcto desarrollo social y
académico? ¿Qué aspectos debemos tener en cuenta?
Lo más importante es flexibilizar el tiempo según las
capacidades y necesidades de niños y niñas y adolescentes teniendo en cuenta su
diversidad y su evolución. La fórmula óptima sería un horario siempre flexible
y diverso; la fórmula de transacción, o de compromiso, sería dejar coexistir
las dos jornadas en una misma zona y en un mismo centro si así lo dictan las
preferencias de los padres y madres (las de todos, no las de cualquier
mayoría).
DESTACADOS:
“Los niños y las niñas no se tienen que adaptar al tiempo escolar, es el tiempo
escolar el que se tiene que adaptar a ellos”
“A media mañana y a media tarde se concentran las horas de mayor atención”
“La primera hora de la mañana es la peor, y todavía lo es más para los y las
adolescentes. La primera hora de la tarde también es poco productiva pero el
peor momento de todos para el estudio es la última hora de la mañana”
“Dejar por decreto la tarde libre significa dejar el ocio de los niños y niñas
a la suerte de los recursos económicos y culturales de cada familia, por eso,
la jornada continua puede generar mayor desigualdad”
“La jornada continua empuja a algunas familias a matricular sus hijos e hijas
en la escuela privada o concertada, y obliga a las que siguen en la escuela
pública a recurrir cada vez más a la oferta privada de actividades
extraescolares, de refuerzo”
“La escuela podría hoy en día, con más personal y un uso inteligente de la
tecnología digital, atender la diversidad, entre otros medios, a través de una
organización y gestión flexible del tiempo”